Final Fight, el beat'em up que cambió al género.

Final Fight, el beat'em up que cambió al género.
Final Fight, el beat'em up que cambió al género.


En la última nota estuvimos hablando del gran Street of Rage 2 y de la influencia que tuvo Final Fight en aquel juego de Sega. Hoy vamos hablar de por qué Final Fight tuvo tanta influencia en el género, marcando las pautas de los juegos de lucha de yo contra el barrio.

Como todos sabemos, Final Fight no fue el primer beat`em up, antes hubieron juegos como Kung Master, Renegade y el mismísimo Double Dragon, tampoco puede que sea el mejor, pero es innegable que fue el titulo que puso las bases y que redefinió al género para siempre.



Secuela del Street Fighter

Todo comenzó en 1987, cuando el equipo de ventas de Capcom pedía una secuela del Street Fighter, que había salido ese mismo año. La idea era realizar otro juego uno contra uno, que mejorara todas las deficiencias que tenía el primer juego. Ese era el plan inicial, hasta que Yoshiki Okamoto, uno de los diseñadores, se cruzó con el Double Dragon II: The Revenge, de Technos Japan, y decidió cambiar, del genero de la lucha uno contra uno, al beat`em up y se iba a llamar Street of Fighter `89. Asimismo, con ese nombre acudieron a algunas ferias recreativas antes del lanzamiento. Pero al darse cuenta que el juego poco tenía en común con Street Fighter -más allá de las piñas- decidieron cambiar el nombre a Final Fight.



Historia y desarrollo

La historia del juego era muy simple y muy común para aquellos años; una banda callejera secuestra a una chica y los héroes de turno deben ir a rescatarla. Según cuentan los desarrolladores, se basó en la película Calles de Fuego de 1984, inspiración clave para muchos aspectos del juego. En aquellos años era muy común la inspiración de juegos en base a películas, no sólo en sus historias sino también en cuanto a protagonistas y enemigos.

La historia se desarrolla en Metro City, una ciudad ficticia ubicada en la costa atlántica de los Estados Unidos, asolada por el criminen. Sus protagonistas son el alcalde Mike Haggar, un antiguo luchador, quién recibe una llamada misteriosa que le anuncia que su hija Jessica ha sido secuestrada. También se encuentran Guy y Cody Travers, amigos de la infancia de la hija, quienes junto a Mike van a ir a su rescate. El enemigo Damnd, es un cabecilla de la banda Mad Gear.



Pero sin dudas, lo que contribuyó al éxito del juego fue el equipo de desarrollo formado por algunas de las personas más importantes de Capcom de aquella época, empezando por Yoshiki Okamoto y siguiendo por Akira Nishitani (quién sería diseñador de Street Fighter II y luego fundara Arika) y Akira “Akiman” Yasuda. Ellos, entre otras cosas, desarrollaron los niveles, scroll y dieron origen a los personajes. Otro aspecto a considerar fue su memorable banda sonora, en la que participaron nada menos que siete compositores como Manami Matsumaem Yoshihiro Sakaguchi, Harumi Fujita, Junko Tamiya, Yasuaki Fujita, Hiromitsu Takaoka y Yoko Shimomura. Pero el único que en su momento obtuvo crédito fue Yoshihiro Sakaguchi (bajo el el mote “Youchichan`s Papa”).

Un éxito sin secuelas en arcades

El juego se estrenó en los salones recreativos de Japón en diciembre de 1989 y se convirtió en un éxito inmediato. Al año siguiente se estrenaría en Estados Unidos y más tarde en el resto del mundo, continuando con el éxito que venía teniendo en tierras niponas. Tanto la crítica especializada como los jugadores avalaron sus gráficos, música, niveles y personajes, pero lo que más destacaron fue su fácil y preciso control.



A pesar del tremendo éxito por esos años en los arcades, nunca tuvo una continuación para los salones recreativos, siendo una de las series menos explotadas de Capcom pese a que sí hubieron muchos otros similares desarrollados por la compañía, clásicos tales como Cadillacs and Dinosaurs, The Punisher, entre otros. Las continuaciones se iban a dar en exclusiva para la Super Nintendo, sin que haya ningún port de aquellas para los arcades.

Del primer Final Fight si hubo muchos port, siendo portado a prácticamente todos los sistemas disponibles a principios de los 90, la mejor y más fiel la desarrollada para la X68000, sin olvidar la excelente adaptación para el Mega CD, que contaba con un sonido muy mejorado gracias al formato CD. La versión para la Super Nintendo fue muy criticada por contar solo con dos de los tres personajes para elegir, quedando fuera Guy, sin poder incluir todos los niveles y además, el cooperativo para dos jugadores. Sin embargo, gracias al éxito de la Super Nintendo en Japón, las continuaciones serían hechas en exclusiva para esa máquina. Final Fight 2 saldría en 1993 e introdujo mejoras como la inclusión de tres personajes y el cooperativo para dos jugadores. Y por último, Final Fight 3 salió a finales del 95, la cual incluía cuatro personajes para elegir, cooperativo y la opción de poder correr. Dicha versión, aun siendo la mejor de las tres para la 16 bits de Nintendo, no se vendió mucho, en parte porque las consolas de nueva generación ya empezaban a estar a la venta, y por otra, que el mercado estaba yendo hacia el mundo poligonal. Hoy en día al haber muy pocas unidades, es uno de los títulos más cotizados para la SNES.



Cambio generacional a las 3D y un futuro incierto

En años posteriores, Capcom apostó por continuar la saga, pero no por el camino que se podía esperar. El cambio de generación de consolas y la moda por los juegos de lucha poligonal hizo que decidiera cambiar de género y realizar un juego de lucha uno contra uno. El resultado fue Final Fight Revenge, un juego de lucha muy malo en todo aspecto, para la Sega Saturn. Pero no sería el último juego de la serie, en el 2006 el estudio americano Capcom Studio Production 8, volvió a probar suerte y retornó al género beat`em up pero en 3D, con Final Fight Streetwise. Salió para las consolas Playstation 2 y Xbox y resultó ser muy irregular. Desde entonces la serie no tuvo continuaciones, esperamos que algún día Capcom se digne, ahora que Street of Rage 4 tuvo tanto éxito, en darnos una continuación como la saga se merece.