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ANÁLISIS: Ninja Gaiden: Ragebound |
Ninja Gaiden: Ragebound, desarrollado por el talentoso equipo de The Game Kitchen, es una obra que no solo rinde homenaje a los clásicos de NES, sino que los reinterpreta con una sensibilidad contemporánea que respeta sus raíces sin caer en la nostalgia vacía. Es un juego que entiende lo que hizo grande a la saga y lo canaliza en una experiencia intensa, estilizada y profundamente satisfactoria.
Dos caminos, una misma guerra
La historia nos presenta a Kenji, discípulo directo de Ryu Hayabusa, y a Kumori, una kunoichi del clan Araña Negra. Ambos personajes, con motivaciones distintas, se ven obligados a unir fuerzas para enfrentar una amenaza demoníaca que pone en peligro la aldea Hayabusa y el equilibrio del mundo ninja.
Aunque la narrativa es sencilla, está cargada de momentos memorables, con escenas que evocan el estilo de los Tecmo Theater originales, y una ambientación que mezcla lo sobrenatural con lo urbano, lo ancestral con lo moderno. El juego no se detiene a explicar demasiado, pero cada escena, cada enfrentamiento y cada diálogo están impregnados de una atmósfera de urgencia y épica.
Jugabilidad clásica y desafiante
Ragebound es un plataformero de acción 2D, con una estructura lineal que recuerda a los títulos arcade de los 80 y principios de los 90. Las mecánicas son simples, pero profundamente refinadas: saltos precisos, esquives ágiles, ataques contundentes y habilidades especiales que se integran de forma natural en el flujo del combate.
Cada personaje tiene su propio estilo: Kenji es más directo y poderoso, mientras Kumori aporta agilidad y técnicas más evasivas. Esta dualidad permite variar el enfoque táctico según el nivel o el tipo de enemigo.
El diseño de niveles es vertical, dinámico y desafiante, con secciones que exigen dominio de las habilidades y reflejos rápidos. Cada fase está pensada para mantener el ritmo y la tensión.
Un maravilloso pixel art
Visualmente, el juego es una obra de arte pixelada, con colores vibrantes, animaciones fluidas y escenarios que transmiten decadencia, misticismo y acción.
Las cinemáticas al estilo retro están cuidadosamente animadas, evocando el espíritu de los Ninja Gaiden clásicos, pero con una ejecución moderna que les da una nueva vida.
La ambientación mezcla elementos tradicionales japoneses con influencias cyberpunk, creando un mundo que se siente único y en la línea de los juegos originales.
En lo que respecta al apartado sonoro, se destaca la música que acompaña perfectamente la acción, con temas que refuerzan la intensidad de los combates y la melancolía de los momentos narrativos.
Los efectos sonoros están bien realizados, y cada golpe, salto o habilidad tiene peso y presencia.
Conclusión
Ninja Gaiden: Ragebound es una muestra de cómo se puede honrar el pasado sin quedar atrapado en él. Es un juego que entiende el valor de la simplicidad y el desafío que tenían los juegos de hace 3 décadas, y lo ejecuta de manera magistral. Es una obra hecha con respeto, pasión y precisión. Y en un panorama saturado de propuestas complejas, Ragebound se destaca por su claridad de propósito y su fidelidad a una fórmula que sigue siendo tan poderosa como siempre.
Para los amantes de los juegos retro, los fans de Ninja Gaiden o simplemente quienes buscan una experiencia intensa y bien diseñada, Ragebound es una joya que merece ser jugada.
