Todo tiempo pasado fue mejor

todo-tiempo-pasado-fue-mejor

Todo tiempo pasado fue mejor por Cristian Basoalto



Tengo 46 pirulos. Para algunos, seré un viejo; para otros, un contemporáneo. Pero en mi corazón sigo siendo un pibe que disfruta de los juegos como el primer día. Días de Atari, de Family y de mucha, mucha piratería.  


Acá los juegos no se conseguían en una Nintendo Store ni en un Walmart. Acá nos tomábamos un bondi hasta el videoclub que alquilaba jueguitos. Nada de tiendas especializadas. Íbamos a esos lugares que alquilaban VHS y tenían, en un rincón, una estantería con un par de cartuchos.  


127872634-3583831218330420-6283089947735753971-n
Un rincón de cartuchos en algún videoclub de la epóca. Foto de Arquelogía Digital



Crecí en Avellaneda y conseguir juegos era una odisea. Pasamos del Atari (que en realidad era de un primo) a un Family, de ahí a un Genesis y después a una SNES. Con las primeras consolas todo bien, no había que recorrer mucho. Me iba al Videoclub Hollywood, que estaba a unas cuadras de casa. Pero con la SNES tenia que tomar dos colectivos para poder alquilar un juego.  Pero después de un tiempo, ocurrió un hecho épico: abrió un local "especializado" en videojuegos a pocas cuadras. Tweety. Era la panacea videojueguil (soy tan viejo que el término "gamer" ni existía).  


Ahí se formó una comunidad. Armábamos campeonatos, intercambiábamos cartuchos, nos recomendábamos títulos y criticábamos los malos. En esa protocultura gamer, que luego se expandiría hasta la belleza que vivimos hoy, conocí amigos, buena gente... y también rivales con los que nos batíamos a duelo a cara de perro. Desde el Tetris hasta el Street Fighter 2.  



super-mes-mini-13-street-fighter-ii-turbo-hyper-fighting-5
Para jugar a este arcade había que hacer fila en el local. Foto de anaitgames.com/



Antes jugábamos de manera inocente. Sin grandes medios influyéndonos, sin DLCs ni prácticas abusivas. Éramos simples. Nos poníamos la remera de nuestra compañía favorita y nos enzarzábamos en discusiones sin sentido (bueno, eso sigue pasando).  


Y antes de todo esto, existía una práctica común: jugar títulos en idiomas que no entendíamos. El caso más emblemático fue el de Super Campeones en Family. ¡Ojo! No Captain Tsubasa, no. El Super Campeones. En la tele daban la serie traducida, pero el juego... nada. Y así aprendimos a leer cosas en un idioma del que no teníamos la más mínima idea.  


1000020513-scaled
El deseado cartucho de los Supercampeones para Family. Foto de Museumgames.com.ar


Yo me hice fan de los RPGs. Siempre fui un ávido lector de sci-fi y fantasía, así que era natural que ese género me atrapara. Y un día, en uno de esos clubes donde cambiábamos juegos y nos recomendábamos joyas, me crucé con Chrono Trigger. Un juego que hasta el día de hoy sigue siendo mi favorito y que pretendo tatuarme en algún momento.  


Cebadísimo con el arte de Toriyama y la música de Nobuo Uematsu, me zambullí en la mejor aventura que viví en un videojuego. Perdón si me cago un poco en la objetividad, pero con este juego no puedo ser imparcial. Con un diccionario Oxford y mucha paciencia, logré terminarlo, enamoradísimo de su historia. Y fue tanta su influencia en mi vida que, gracias a Square, hoy estoy cursando el profesorado de inglés.  



jn2mhgrkg0771
Cartucho de Chrono Trigger para Snes. Foto de Reddit.



Mi vida giró siempre alrededor de los juegos. Primero como jugador, hoy como desarrollador. Y me cuesta un horror dejar de lado mi infancia gamer. Lo que disfruté jugando en consolas, en arcades junto a mi viejo... Ratearme del colegio (no lo hagan, chicos, eso está mal) para irme a darle duro al Final Fight hasta terminarlo con una ficha.  


Bueno, me fui por las ramas.  


Como desarrollador, no puedo despegarme de mi pasado, de mi corazón retro y de las experiencias que nos brindaron las obras que cimentaron la industria. Así pude hacer un juego donde dejé el alma y mi amor por los beat ’em ups: Maki: Paw of Fury, una carta de amor a la cultura arcade. Y ahora, dejé de lado cualquier otro proyecto del estudio para meterle más corazón a un shmup: Mayhem in Pangea. Intentando, una vez más, devolver el amor a los arcades.  



ss-5b1e3345879b0ef28f362dce3105058e783395d7-1920x1080
Captura de Maki Paw of Fury. 



Sí, ya sé que es un chivo gigante, pero de algo hay que vivir.  


La nostalgia vende, y yo compro. Sea of Stars, Windjammers, Streets of Rage 4, Tortugas Ninja, Protocorgi... Bueno, creo que se entiende.  


Soy un esclavo de mi pasado. Y aunque hay cosas de esa época que extraño (como tener tiempo para jugar diez horas al día), no reniego del presente. Hoy tengo amigos online que nunca vi en persona. Tengo mi colección digital. Y ya no necesito jugar títulos en idiomas desconocidos porque no los tradujeron.  


Otros que lean esto dirán:  

"En mi época nos dábamos mal en el cyber con el Counter."

Otros, que soy un viejo maricón.  

Y otros entenderán por qué caen estas lágrimas cuando escucho Scars of Time, el opening de Chrono Cross.  


Los dejo con el debate abierto:  


 ¿Cuál fue tu época dorada?



firma-nueva-cristian


Si te gusta nuestro contenido podés apoyarnos con un Cafecito. Tu aporte contribuye a que podamos seguir adelante con este proyecto y que podamos brindarte una mayor calidad en nuestros materiales. Gracias.

Invitame un café en cafecito.app