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ANÁLISIS: Doom The Dark Ages |
Vuelve el Doom Slayer de la mejor forma que lo sabe hacer, con mucha acción visceral y novedades jugables que le sientan muy bien.
Después de unos largos 5 años desde el lanzamiento de Doom Eternal y habiendo reinventado la franquicia con el Doom de 2016, iD Software y Bethesda nos traen esta tercera entrega que funciona como precuela de los dos títulos mencionados; apuesta por una ambientación gótica medieval que le queda realmente bien, una jugabilidad más abierta, mapas enormes y nuevas mecánicas jugables con las cuales dar batalla a miles de demonios a los que les debemos hacer frente.
La mitología del Doom Slayer sigue en crecimiento
Si algo ha querido reforzar iD Software desde su reinicio en el 2016 es la historia del universo y la mitología del Slayer. En este caso al ser una precuela, se hace mucho hincapié en la narrativa y en especial en hacer foco en cual es el origen de nuestro héroe y él porqué se convirtió en un elemento fundamental en la guerra entre los Maykr y el Infierno.
No me voy a detener mucho en contarles la historia, eso es algo que se los dejo para que la descubran, pero sí comentarles que se encuentra muy bien desarrollada, las cinemáticas no son largas ni molestas y nos detalla muy bien todo lo que va pasando en este conflicto de dimensiones astrológicas. La forma en que se desarrolla la trama es un gran paso adelante con respecto a los anteriores juegos y las escenas tienen un look cinematográfico que le queda perfecto, aunque es verdad que hay veces es difícil seguirle el hilo a todo lo que se nos va contando. También es verdad que se están guardando partes de la trama para un futuro DLC, como ya lo hicieron con The Ancient Gods en Doom Eternal.
El escudo el gran protagonista
Uno de los aspectos que más critiqué de Doom Eternal es la verticalidad de sus niveles y que Slayer se la pasaba saltando de plataforma en plataforma. Por suerte en esta ocasión volvemos a los orígenes, se acabó eso de andar saltando todo el tiempo y ahora regresamos a tener los pies en el suelo. Ahora el Slayer se siente más pesado y tanque como los Doom originales, pero con un agregado muy importante que lo cambia todo, el escudo.
El escudo es el arma más importante con diferencia desde el reinicio de Doom, es verdad que en Eternal contábamos con un gancho con el que se podían realizar muchas acciones, pero acá el escudo toma una relevancia enorme para afrontar la aventura. Con él no solo vamos a poder protegernos sino también interrumpir ataques de nuestros enemigos (lo que se llama en la jerga, parry) abriendo una ventana para poder atacar y hacer mucho daño. Esta posibilidad va a variar según el enemigo y será fundamental aprenderla a utilizar para superar la inmensa cantidad de demonios a los que vamos a tener que superar. También podremos lanzarlo y utilizarlo como sierra y más adelante, iremos desbloqueando más usos que nos ayudarán en el combate y la aventura.
Como verán, la mecánica de escudo y ataque será de vital importancia, pero no sería un Doom sin su buena variedad de armas. Acá volvemos a contar con las armas clásicas, pero con un rediseño gótico que le queda realmente bien. Sigue siendo muy importante saber elegir que arma usar de acuerdo al enemigo al que nos vamos a enfrentar, pero como les contaré más adelante, la dificultad en esta ocasión ha bajado un poco con respecto a las anteriores entregas.
Además, contamos con tres armas cuerpo a cuerpo con la que podremos hacer mucho daño y que será fundamental para conseguir municiones, ya que no serán pocas las veces que nos quedemos sin las mismas. Las ejecuciones siguen estando, pero hay una menor variedad y son menos espectaculares, eso sí, son más rápidas para no interrumpir el ritmo del juego ya que el aumento de enemigos en pantalla es realmente considerable.
La sensación de disparar con Slayer sigue siendo totalmente satisfactorio y el tacto a los mandos al disparar se siente muy Doom y que no se parece a ningún otro shooter, es difícil de transmitir, pero el que haya jugado a algún Doom sabe de lo que estoy hablando.
Otra cosa que me gustó, pese a que los mapas son enormes y que la cantidad de enemigos que nos enfrentamos es la más grande de toda la franquicia, es que al juego lo sentí menos frenético que en Doom Eternal. Hay momentos para el descanso de tanta matanza, lo que nos permite darnos tiempo para explorar los escenarios y buscar sus secretos. También estos mapas abiertos se combinan con partes más pasilleras y lineales, más en consonancia con los Doom originales y que están muy bien diseñadas. Sin lugar a duda el diseño de niveles en Doom The Dark Ages es de lo mejor que se vio en la saga y en el género first person shooter.
Pero todavía falta hablar de dos protagonistas muy importantes de esta aventura y que rompe con todo lo que vimos de Doom hasta la fecha.
Un Mecha y un Dragon para mayor placer
Bueno, creo que si hay algo que nadie pedía o pensaba que podía suceder era que Slayer se monte a un Mecha o que vuele arriba de un Dragon. Pero ahora que sucedió, reconozco que me encantó. Hay que entender que estos momentos funcionan para aportar variedad a la aventura y sin ser nada del otro mundo, cumplen con su cometido.
Los combates tanto con el Mecha como con el Dragon son simples pero efectivos, acá no hay mecánicas complicadas que aprender sino más bien, se trata de ponernos al mando y disfrutar de estos momentos; y lo mejor de todo es que al no ser largos no nos cansamos de ellos. Un gran añadido a un juego que sin ellos ya era más que redondo.
iD Tech 8 sacando pecho en esta generación
Si le preguntas hoy a cualquier joven que te hable de un motor gráfico en particular, es muy probable que se refiera a Unreal, el cual hoy es utilizado en la mayoría de los juegos de esta última década. Pero los que somos más viejitos, no nos olvidamos qué en los 90 y 2000, el motor por bandera de los fps era el iD Tech, desde aquel primer first person shooter “3D” de la historia, el clásico Wolfenstein 3D, pasando por el primer Doom, el iD Tech fue evolucionando, pasando de ser un motor seudo 3D a ser real en 3D con otro clásico como el Quake. Cada actualización impulsaba un avance enorme en la industria y hasta que salió el primer Unreal, era la referencia absoluta en cuanto a gráficos en 3D.
El tiempo pasó y pese a que el iD Tech siguió evolucionando, el motor de iD Software fue perdiendo protagonismo y prácticamente utilizado de forma exclusiva por la empresa, destacando iD Tech 4 en juegos como Doom 3 y Quake 4, y como no recordar ese clásico de culto llamado Rage, con sus polémicas mega texturas en su versión 5.
Doom The Dark Ages utiliza la última versión de este motor, el iD Tech 8 y es una total brutalidad lo que nos pone en pantalla. Lo jugué en una Xbox Series X y se ve y se juega de maravillas. El nivel de detalle en pantalla es espectacular, con una iluminación y efectos de lo mejor que he visto de esta generación, y todo con una cantidad abismal de enemigos y cosas que van pasando en pantalla y sin que el juego baje de los 60 fps. No hay ningún modo para gráfico para elegir y la optimización en general es de destacar, ya que prácticamente el juego está libre de bugs.
A nivel sonoro ninguna objeción, las armas suenan de maravilla y la banda sonora, pese a que no contamos con los temas de Mick Gordon, la verdad es que no se extrañan mucho y lo nuevos realizados por Finishing Move, que trabajó en juegos como Halo y Borderland, están a un gran nivel. El juego viene doblado al español latino y las voces están muy bien actuadas.
Un Doom accesible a todo el mundo
Los Doom siempre se caracterizaron por su gran dificultad, es verdad que siempre podíamos elegir el nivel, pero aun en los más bajos, podía ser una tarea complicada de llevar. En esta nueva entrega, iD Software nos permite personalizar al extremo la dificultad de ciertos parámetros, más allá de los seis niveles que nos ofrece elegir. Vamos a poder modificar el tiempo de parry, la puntería asistida, el daño de los enemigos, el daño que nos generen a nosotros, entre muchos otros aspectos.
Igual pese a poder hacer nuestra experiencia lo más accesible posible, la dificultad normal se siente más sencilla que en los Doom anteriores, así que, para los más veteranos del género, les recomiendo comenzar en la dificultad ultra violencia.
Conclusiones
Doom The Dark Ages es la muestra de cómo se le debe dar continuidad a una franquicia, con los cambios justos para refrescar la fórmula, pero sin dejar que se sienta como un Doom de toda la vida. La incorporación del escudo y del parry, no molestan y aportan una capa más de jugabilidad sin romper el ritmo en ningún momento, a nivel gráfico y de rendimiento es un juego espectacular y la banda sonora se hace sentir en todo momento. Si hay algo que se le puede criticar es que podrían haber aprovechado mejor los momentos cuando nos montamos al Mecha, pero es algo muy pequeño en un juego que es prácticamente redondo en todos los aspectos.
Doom ha vuelto por todo lo alto, con su jugabilidad directa y esa brutalidad que lo caracteriza, y que aun con sus añadidos, se siente como un Doom que vuelve a sus orígenes, con menos verticalidad y más con los pies en la tierra. Una fórmula que sigue funcionado igual de bien como aquel primer Doom de 1993, y que lo coloca como firme candidato al Goty del año.
