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ANÁLISIS: Marvel Cosmic Invasion |
El género beat ‘em up, ese eterno “yo contra el barrio” que parecía condenado al olvido, ahora vive un renacer que emociona. Títulos como Streets of Rage 4 o Shredder’s Revenge demostraron que la fórmula clásica sigue viva, y ahora Marvel Cosmic Invasion se suma con un respeto absoluto por la tradición y un cariño palpable hacia el universo Marvel. No es un intento de reinventar nada: es un homenaje sincero, un arcade puro que invita a soltar el mando y dejarse llevar por la adrenalina.
Una narrativa mínima con un ritmo impecable
La trama, centrada en el regreso de Annihilus y su dominio sobre héroes y villanos, es anecdótica. Pero esa ligereza narrativa no es un defecto: es un recurso para mantener el ritmo. Breves diálogos antes de cada fase y escenarios icónicos de los cómics bastan para justificar la sucesión de combates contra figuras como Hela, Knull o Thanos. Aquí la historia no compite con la acción, la acompaña y eso asegura que nunca se rompa el ritmo del juego.
La gran virtud está en su sistema de selección dual. Controlar dos personajes y alternarlos en plena partida recuerda a los juegos de lucha tag como Marvel vs. Capcom. Cada héroe conserva su propia barra de vida y puede recuperar energía en reserva, lo que introduce una capa estratégica inesperada en un género que suele apostar por la inmediatez. Este detalle convierte cada enfrentamiento en un espectáculo más dinámico y obliga a pensar en cuándo y cómo rotar a nuestros héroes.
El plantel de personajes es tan carismático que limitarse a uno solo sería un desperdicio. La posibilidad de jugar siempre con dos, refuerza la conexión con el universo Marvel y multiplica la variedad de estilos de combate. El resultado es un beat ‘em up que, sin traicionar su esencia clásica, añade profundidad y espectáculo, logrando que cada partida se sienta fresca y vibrante.
Uno de los mayores aciertos de Marvel Cosmic Invasion está en su plantel de héroes. Con 15 personajes seleccionados con acierto -y algunas elecciones tan inesperadas como llamativas- Tribute Games logra una plantilla variada y sólida. Es imposible contentar a todos y se siente la ausencia de figuras como Deadpool o algún miembro de los 4 Fantásticos, pero la diversidad es tal que raro será no encontrar un héroe que se adapte a nuestro estilo y nos haga sentir cómodos al mando.
Mecánicas accesibles con sus particularidades
Cada héroe se controla con un esquema simple pero lleno de matices. Un botón activa los combos básicos, otro sus habilidades únicas, mientras que los golpes cargados desbloquean movimientos más potentes. La acción defensiva varía según el personaje, entre esquiva o bloqueo y la técnica definitiva se desata al llenar el medidor correspondiente.
A esto se suman los saltos y ataques aéreos y en algunos casos la capacidad de volar, lo que abre nuevas posibilidades frente a enemigos que atacan desde las alturas. El resultado es un sistema accesible y directo, pero con la suficiente profundidad para que cada luchador se sienta único y aporte frescura. La elección del personaje no es solo estética: cambia la dinámica del combate y refuerza la rejugabilidad.
Aunque las fases se estructuran como pasillos lineales repletos de hordas, el diseño evita la monotonía. El bestiario es sorprendentemente extenso y cada nivel introduce enemigos con características únicas, obligándonos a aprender patrones, priorizar blancos y ajustar estrategias. Esa variedad mantiene la acción viva y evita que el ritmo decaiga.
El apartado menos inspirado está en los combates contra jefes. Sus patrones son básicos y repetitivos, con pocos ataques y una dificultad mal calibrada. En solitario, las esquivas y bloqueos perfectos cobran relevancia, pero en multijugador todo se reduce a un aporreo indiscriminado de botones. El resultado es poco satisfactorio y rompe la tensión que debería acompañar a estos enfrentamientos.
El título se divide en dos experiencias bien diferenciadas. La Campaña está pensada para un enfoque más casual y moderno, ofreciendo la posibilidad de repetir fases para subir de nivel a los personajes, elegir la pareja de combate antes de cada misión, cumplir retos opcionales y recolectar cubos que desbloquean nuevas incorporaciones al plantel. Es una aventura ligera y accesible que se completa en unas dos o tres horas, aunque alcanzar el 100 % puede duplicar fácilmente esa cifra.
Por otro lado, el modo Arcade representa la esencia más pura del género, con partidas más directas y exigentes que ponen a prueba la habilidad del jugador sin concesiones.
Los desafíos secundarios son asequibles y los cubos coleccionables, lejos de estar ocultos, se detectan con facilidad gracias a su brillo verde. Esto refuerza la accesibilidad y asegura que el ritmo nunca se frene.
El sistema de puntos funciona como una recompensa tangible: invertirlos en el menú de extras nos permite desbloquear paletas de colores alternativas, documentos y archivos de galería con información detallada de héroes y villanos -incluyendo su primera aparición en cómics- y, lo más interesante, modificadores para el modo Arcade. Es un contenido adicional que no solo aporta valor coleccionable sino que refuerza el vínculo con el legado Marvel.
Duración ajustada y rutas alternativas
Una partida en Arcade dura alrededor de hora y media gracias a un diseño inteligente: en ciertos momentos debemos elegir entre dos rutas posibles, reduciendo el número de fases y aportando rejugabilidad. Tribute Games corrige así uno de los problemas de Shredder’s Revenge, donde el Arcade se hacía demasiado largo, y logra un equilibrio perfecto entre intensidad y extensión.
La inclusión de un selector de dificultad exclusivo del Arcade refuerza la idea de que este modo es el núcleo del juego, configurable y rejugable a voluntad. La única pega está en el sistema de puntuación, demasiado plano al basarse únicamente en el número de enemigos derrotados.
El título permite jugar en cooperativo local, online o mixto, con hasta cuatro jugadores y soporte de crossplay. Las sesiones que combinan local y online funcionan con fluidez, salvo algún glitch visual ocasional por picos de lag. Lo mejor: el progreso se mantiene siempre, incluso si jugamos como invitados. Es un detalle que refuerza la accesibilidad y la satisfacción de la experiencia compartida.
Pixel art deslumbrante y lleno de referencias
Tribute Games se luce con un trabajo visual que es puro homenaje. El píxel art alcanza un nivel de detalle sorprendente: personajes diseñados con mimo, animaciones fluidas y escenarios repletos de guiños para los fans de Marvel. Cada píxel tiene intención, cada efecto en pantalla multiplica la espectacularidad, y el uso del color refuerza un tono noventero que nos transporta directamente a los salones arcade de antaño. El filtro CRT opcional merece mención aparte: uno de los mejores que hemos visto, capaz de dar un aspecto auténtico y nostálgico que eleva aún más la experiencia. Es un detalle que demuestra el respeto del estudio por la tradición.
La música de Tee Lopes vuelve a brillar con una banda sonora energética y retro que acompaña a la perfección la acción constante. Los efectos suenan bien y son contundentes como habría que esperar de en un beat ‘em up, pero en falta, lamentablemente no tenemos doblaje a nuestro idioma, pero sí con traducción para los textos.
Conclusiones
Marvel Cosmic Invasion no es solo otro beat ‘em up: es una celebración del género y del universo Marvel. Tribute Games entiende a la perfección qué hace grande a este tipo de experiencias y lo traduce en un título que combina respeto por la tradición con ideas frescas y bien ejecutadas. Su sistema de combate tag, el plantel variado y carismático, los modos que equilibran accesibilidad y desafío, y un apartado audiovisual que roza lo sublime convierten cada partida en un viaje nostálgico y, al mismo tiempo, actual.
Es un juego que invita a volver una y otra vez, ya sea en solitario o acompañado, cada sesión se convierte en un recordatorio de por qué los beat ‘em up siguen siendo tan relevantes: porque transmiten diversión inmediata, comunidad y legado. Y en ese sentido, Marvel Cosmic Invasion no solo merece ser jugado, sino celebrado como uno de los grandes exponentes modernos del género.













